Cambiar la PERSPECTIVA
Lo que se le presenta a la paciente es su empeoramiento del asma, lo pone en el centro de su atención.
D
esde mí perspectiva es lo que llamo frecuentemente “su punto débil”, pero al mismo tiempo es también su ”punto de señal”. Lo que le ocurra al paciente (¡no sólo los desencadenantes respiratorios!) lo vierte en su alergia y su asma ( a entender que es un paciente que no tiene otras dolencias). La paciente también refiere hinchazón de tobillos, una alteración de la circulación venosa (varices), lo que le ocasiona incluso molestias al caminar. Y también tiene cierta preocupación sobre su peso, como resulta finalmente cuando saco el tema. Pero su preocupación es estética y no tanto de malestar físico. Como viene al alergólogo sólo refiere lo relacionado con su alergia y su asma. La paciente ha aprendido que para eso está el especialista, pero, incluso si hubiera relacionado de algún modo el sobrepeso con su asma, es posible que no se hubiera atrevido a relatarlo. Pero esto no es lo grave. Lo preocupante es que ella misma haya aprendido a NO relacionar su sobrepeso con el asma, porque ni en su entorno, ni en relación con los profesionales de la salud se tiene una conciencia adecuada para ver lo que ahora parece obvio. Con ello no quiero decir que los profesionales no conozcan la relación entre peso y asma; por supuesto que es bien conocida la relación obesidad-asma, pero no es lo mismo obesidad que sobrepeso, y menos los cambios de peso que sufre un individuo y que tal vez no lleguen ni a clasificarse como sobrepeso.
Es aquí donde postulo realmente una medicina individualizada, el conocimiento a lo largo del tiempo del apariencia física, debilidades y tal vez incluso, preocupaciones del paciente. El aspecto aparentemente central de su asma se queda en mi perspectiva ahora en la periferia, porque postulo que es el sobrepeso (bueno, los kilos de más a lo largo de los últimos meses) que influye(n) negativamente en su asma. Esto inicialmente no cambia su tratamiento con los inhaladores. Pero no me quedo satisfecho ahí: si soy capaz de convencer a la paciente de la relación kilos-asma, y así se lo digo, su preocupación “estética” se vuelve una preocupación “ de salud”, un motivo más para intentar controlar su peso.
Pero llegados a ese punto queda centralizada su preocupación en el peso. ¿Es esto adecuado? D
iría que en parte sí, en parte no. El “sí” se refiere sobre todo al hecho que el asma no queda aislada en la perspectiva nueva. Porque lo que ocurriría de otro modo sería que sólo se tratara el asma sin otras consideraciones de causalidad, o que la causalidad “alergológica” no sea suficiente. Reconocer que el asma ha empeorado a raíz de una asociación con el peso es un paso importante, pero no suficiente, diría. Porque podríamos seguir este análisis de cambio de perspectiva. ¿Porqué ha aumentado el peso en esta paciente? Los estudios epidemiológicos apuntan a una idea general.
Durante la pandemia ha habido un porcentaje importante de personas que han aumentado su peso corporal: he leído y visto cómo han cambiado las costumbres alimentarias (ver cómo llena la gente los carros en el supermercado da pistas importantes), pero de modo general diría que hay muchas formas de estrés que se asocian al sobrepeso, a la obesidad o, lo que interesa aquí: a un cambio de peso en un paciente individual. La pandemia de algo más de dos años se ha asociado con muchos factores que podríamos clasificar como estrés no habitual, y aquí el concepto de estrés no es sólo aquel de la jerga habitual y psicológico; el estrés físico por no moverse si uno habitualmente se mueve o las respuestas inmunitarias son de suma importancia: el confinamiento, la falta de ejercicio, las propias infecciones COVID, la preocupación por enfermar o por familiares, las noticias, las vacunas, en fin: cada individuo ha vivido la pandemia de modo diferente, pero lo que está claro es que nos ha sacudido a todos de algún modo en nuestras costumbres y debilidades (y también fortalezas, pero esto en otro lugar).
Y esto es lo que explico a los pacientes. Yo no me veo capaz de analizar hasta el fondo las causas de estrés en cada paciente,
salvo que los conozca muy bien, pero a ellos les doy pistas, creo que suficientes, para que cada uno se ponga a analizar sus circunstancias y de nuevo dejar de centralizar su preocupación por el peso y buscar asociaciones con aquello que ha cambiado en su vida: costumbres, relaciones sociales, y sobre todo: actitud.
La actitud es muy importante y por ello tampoco sirve darle al paciente todo hecho y analizado. Lo ideal es dar pistas para que el paciente delibere y tome sus propias decisiones, aquellas que irán orientadas a reducir el nivel de estrés o de recuperar sus ideales y modo de vida o mejor de construir su nueva normalidad, lo que repercutirá positivamente en su peso (¡no sólo a través de la alimentación!) y finalmente en otras dolencias, como aquella que ha llevado a la paciente al especialista.

